La imagen de una tubería a la que se le escapa líquido se usa para graficar el trayecto de la mayoría de las mujeres en carreras en ingeniería, tecnología o matemáticas ¿Qué las hace distanciarse?
Mariana era la más rápida de su clase para resolver cuentas. En el salón, no había nadie mejor que ella para aplicar las leyes de Newton. Soñaba con diseñar máquinas. Ella era una niña STEM (siglas en inglés que se refieren a las disciplinas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemática). Como ella, las niñas suelen tener mejores o iguales resultados que los niños en materias como matemáticas, biología o física en primaria y secundaria, pero cuando se salta a la educación terciaria y al mercado laboral, la tubería que conduce a que se dediquen a estas áreas, especialmente en el sector de infraestructura, presenta fugas.
Solo 18% de los que trabajan en el sector agua son mujeres, según un estudio del Banco Mundial realizado en 28 economías. De acuerdo con una investigación de la Agencia de Desarrollo Internacional de Estados Unidos en 14 países, solo un 13% de mujeres participa en la fuerza laboral del sector eléctrico. Y en la Unión Europea, por ejemplo, solo un 10% de mujeres está en el área técnica y de operaciones del transporte urbano. En el sector marítimo, la participación es apenas del 2%. Las cifras en otros subsectores no son más alentadoras.
El acero se corroe con estereotipos de género que frenan su atracción hacia el sector de infraestructura: “La ingeniería no es para las mujeres”. También con leyes que prohíben la participación femenina en determinados trabajos: más de 2.700 millones de mujeres en 104 economías del mundo, afrontan restricciones legales para optar a los mismos trabajos que los hombres.
El reclutamiento laboral en el sector de STEM sigue teniendo visos muy masculinos: “Este trabajo es muy difícil para las mujeres”. Mientras que en las entrevistas de trabajo aún se hacen preguntas como “¿Piensas tener hijos?” o “¿Quién se hará cargo de su cuidado?”. La mayoría de los países no promueven la licencia de maternidad y paternidad en iguales condiciones, por lo que el cuidado de los bebés en los primeros meses no es equitativo y la ausencia en el trabajo tampoco.
Si superan la fase de contratación, no tardan en asomarse otras barreras: brechas salariales, más reconocimiento para los hombres, riesgo de acoso sexual o sesgos de compañeros de trabajo. Otros factores como la falta de mentores o de posibilidades para ampliar su formación también frenan sus carreras.
Artículo extraído de El País.